Este año ya no sonríe. Su cara no parece exactamente triste pero sí más seria. Su rictus se ha transformado, es una mezcla entre niña y una aspiración a adulto. Es una expresión desconcertante. Además ya no hace constantemente ruido como antes. No es la niña de 7 años que cantaba y hablaba como la que más en las clases de teatro, no es la niña que contaba una y mil historias fantásticas. Tampoco la niña que todos conocían porque bailaba, cantaba, comía, estudiaba y además lo hacía todo a la vez.
Daniela ahora es invisible. Sí. Invisible.
Se ha hecho invisible después de muchos gritos de su nueva tutora. Este año el colegio es distinto para ella, ya no es el lugar donde participar y expresarse, donde jugar con sus amigas, donde colorear dibujos sin parar. Este año está prohibido interrumpir en clase, está prohibido cuestionar y está prohibido moverse. Así se lo está haciendo entender su nueva profesora.
Daniela no quiere más gritos, ni defraudar a nadie. Entiende que es mejor comportarse como le dicen, entiende que ese debe ser el camino correcto. Ella ahora quiere tener el cuaderno bien limpio (como nunca lo tenía), no interrumpir y no preguntar más cosas absurdas. Las preguntas molestan, ella lo ha comprobado. Ella ha descubierto que si hace las cosas como le dicen ya no hay problemas, ya no hay enfados ni tampoco gritos. Ahora va a ser una niña buena, ahora todo va a ir bien.
(Dos semanas más tarde)
Su profesora escribe un correo a sus padres, diciéndoles que Daniela está mostrando mejor comportamiento en clase.
(Una semana más tarde)
Ayer Daniela no comió nada. Y hoy tampoco. Otra vez le duele la tripa. Hace dos días volvió a hacerse otra vez pis en la cama. Daniela ha perdido 2Kg de peso en dos semanas.
¿De verdad va todo bien?
Daniela parece ahora una chica más fácil, ahora no es la niña agitada, que hablaba sin parar, que estaba en dos sitios a la vez y en mil ideas en el mismo momento. Ahora vuelve del colegio a casa sin saltar, sin ir y volver.
Pero hace tres días que Daniela se despierta varias veces cada noche.
¿De verdad va todo bien?
(Meses más tarde)
Todavía sus padres recuerdan las frases de la psicóloga que la valoró. Resuenan en bucle en sus cabezas, una y otra vez. “Daniela es superdotada, la evaluación indica un cociente intelectual de 150. Destaca su profundo pensamiento divergente y una capacidad creativa muy alta. Este tipo de niñas no suelen ser bien entendidas. Generalmente en los colegios se detectan a los talentos académicos que destacan pronto por su alto rendimiento y sus excelentes calificaciones. Los perfiles divergentes y creativos como ella suelen generar conflictos porque a ciertos profesores les resultan difíciles o incómodos. Daniela ha intentado una estrategia para sobrevivir al rechazo. La invisibilidad. Se comportará como el resto, pasará desapercibida, dejará de hacer ruido. Ocultará su naturaleza porque prefiere integrarse en el grupo que estar sola y sentirse rechazada. Pero en ella brota una curiosidad que no se satisface y unas preguntas que se quedan sin respuesta y su mundo emocional se erosiona porque Daniela es muy sensible y está somatizando todo su sufrimiento.”
Historias como estas. Todos los días. En España. En muchas familias.
No queremos más niñas invisibles.
¡Queremos formación en altas capacidades para el profesorado de todos los colegios! Y la queremos ya. Porque cada segundo de sufrimiento de todos los invisibles nos parece una tragedia.
Javier Lozano de Diego
Un artículo escrito desde el corazón para ANAC
Asociación Navarra para las Altas Capacidades